Un nuevo informe revela que, en solo tres meses, del 1 de julio al 30 de septiembre de 2023, el Departamento de Policía de San Francisco (SFPD) acumuló 193 horas y 19 minutos de acceso en directo a cámaras de vigilancia ajenas a la ciudad. Eso significa que durante el equivalente a 8 días, la policía se sentó detrás de un escritorio y accedió a cientos de cámaras, incluyendo ostensiblemente las extensas redes semiprivadas de cámaras de seguridad de San Francisco, para observar en directo a residentes, trabajadores y visitantes de la ciudad. Un artículo del San Francisco Chronicle en el que se analiza el informe, también descubrió que la policía de San Francisco intervino estas cámaras para ver 42 horas de grabaciones en directo durante el festival de música Outside Lands. 

La Junta de Supervisores de la ciudad concedió permiso a la policía para acceder en directo a estas cámaras en septiembre de 2022 como parte de un programa piloto de 15 meses para ver si permitir a la policía realizar una vigilancia generalizada y en directo crearía más seguridad para todas las personas. Sin embargo, incluso antes de la aprobación de esta legislación, la policía de San Francisco utilizaba de forma encubierta cámaras de seguridad ajenas a la ciudad para vigilar protestas y otros actos públicos. De hecho, la policía y el hombre rico  que  financió  grandes  redes  de  cámaras de vigilancia semi-privadas afirmaron públicamente que el departamento de policía podía acceder fácilmente a las grabaciones históricas de los incidentes a posteriori para ayudar a construir los casos, pero no podía ver las cámaras en directo. Esta afirmación fue desmentida por la EFF y otros investigadores que revelaron que la policía solicitó acceso en directo a cámaras semiprivadas para vigilar protestas, desfiles y actos públicos, pesar de ser el tipo de actividad protegida por la Primera Enmienda. 

Cuando la Junta de Supervisores aprobó esta ordenanza, que permitía a la policía acceder en directo a cámaras ajenas a la ciudad para investigaciones criminales (hasta 24 horas después de un incidente) y para eventos a gran escala, advertimos que la policía utilizaría este nuevo poder para vigilar grandes zonas de la ciudad, y por desgracia teníamos razón. 

El ejemplo más atroz del informe son las 42 horas de vigilancia en directo realizadas durante el festival de música Outside Lands, que dieron lugar a cinco detenciones por robo, hurto y resistencia a la autoridad, y sólo una de ellas dio lugar a la presentación de cargos por parte de la fiscalía. A pesar de los argumentos de sus defensores de que la vigilancia en directo fomentaría la eficacia policial, en este caso se tradujo en un uso masivo de los recursos policiales sin apenas resultados.

Aún quedan muchas preguntas sin respuesta sobre el uso que hace la policía de estas cámaras. Como señala el Chronicle artículo reconoció:

...casi un año después de iniciado el experimento, sigue sin estar claro hasta qué punto es eficaz la estrategia de utilizar cámaras privadas para luchar contra la delincuencia en San Francisco, en parte porque las revelaciones del Departamento de Policía no proporcionan información sobre cómo se utilizaron las imágenes en directo, cómo condujeron a las detenciones y si la policía podría haber utilizado otros métodos para efectuarlas.

La necesidad de una mayor transparencia -y, como mínimo, de que la policía cumpla todos los requisitos de información exigidos por la ordenanza sobre cámaras de vigilancia no urbanas- es crucial para evaluar realmente el impacto que el acceso a la vigilancia en directo ha tenido en la actuación policial. En concreto, los datos del SFPD no dejan claro cómo la vigilancia en directo ayuda a la policía a prevenir o resolver delitos de una forma que no lo hacen las grabaciones posteriores a los hechos.

No obstante, los partidarios de la vigilancia se jactan de que este informe demuestra que el acceso en tiempo real a cámaras de vigilancia no urbanas es eficaz para combatir la delincuencia. Muchos lo utilizan para impulsar una medida en la votación del 5 de marzo de 2024, la Propuesta E que revertiría las medidas de responsabilidad policial y otorgaría aún más poderes de vigilancia al SFPD. En particular, la Proposición E permitiría al SFPD un período piloto de un año para probar cualquier nueva tecnología de vigilancia, sin ninguna política de uso o supervisión por parte de la Junta de Supervisores. Como hemos dicho antes, esta iniciativa es mala en todos los sentidos: para la policía, para las libertades civiles y para todos los sanfranciscanos.

La policía de San Francisco sigue sin entenderlo. Pueden seguir dedicando más tiempo, dinero y recursos a la lucha contra la delincuencia y a la acumulación de todo tipo de tecnología de vigilancia, pero, a fin de cuentas, esto no ayudará a combatir los problemas sociales a los que se enfrenta la ciudad. Las tecnologías que se promocionan como útiles en casos extremos acabarán siendo una herramienta sobredimensionada para vigilar delitos menores e infracciones insignificantes, y sin duda pondrán aún más bajo la lupa a comunidades ya marginadas. Así como es hora de seguir haciendo preguntas sobre lo que la vigilancia en vivo ayuda a lograr el SFPD, también es hora de oponerse a la erosión de la supervisión existente votando NO a la Propuesta E el 5 de marzo.

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