El cumplimiento de nuestra promesa con Europa
Cuando tomamos posesión en diciembre de 2019 como Comisión Von der Leyen, asumimos un compromiso con Europa: prometimos ser valientes y ambiciosos. Nos comprometimos a responder a las aspiraciones de los ciudadanos de la UE y a afrontar los retos que fueran surgiendo. Desde entonces, esta Comisión ha trabajado incansablemente para realizar el trabajo que los ciudadanos europeos nos encomendaron.
Y hemos cumplido nuestra promesa. Seguimos avanzando en las seis prioridades que nos fijamos al principio del mandato, al tiempo que buscamos soluciones para algunas de las mayores pruebas a las que Europa se ha enfrentado jamás.
Desde luchar contra una pandemia mundial hasta hacer frente a fenómenos meteorológicos extremos debidos al cambio climático, desde responder a la brutal guerra de agresión rusa a Ucrania hasta gestionar la peor crisis energética en décadas, no dudamos en ponernos manos a la obra para hacer frente a retos extraordinarios. Pese a las presiones de múltiples crisis del momento actual, esta Comisión ha conseguido mirar hacia adelante y hacer frente a unos desafíos que serán cruciales para las futuras generaciones de europeos. Hemos demostrado que nuestra Unión ofrece su mejor versión cuando somos valientes.
Esta es la historia de la Comisión Von der Leyen.
La Comisión, cuando el mundo se vio sumido en la peor pandemia de nuestra generación, asumió la responsabilidad de proteger la vida de las personas, los medios de subsistencia y nuestra economía.
Contribuimos a que se investigasen unas vacunas esenciales que se administraron en un tiempo récord. Nos aseguramos de que todos los europeos tuvieran acceso a ellas al mismo tiempo, independientemente del Estado miembro en el que vivieran. Conseguimos hasta 4 600 millones de dosis de vacunas, en nombre de los Estados miembros, para proteger a los europeos y compartirlas con los países socios. Más del 80 % de la población adulta de la UE ha recibido al menos la primovacunación.
Cuando la vacunación permitió que los países abrieran con cautela sus fronteras, desarrollamos herramientas prácticas para que los europeos pudieran viajar con seguridad. Creamos el certificado COVID digital de la UE, que conectó a 78 países y territorios. Ofrecimos así lo que se ha convertido en el modelo de un sistema global para facilitar la movilidad y proteger a los ciudadanos de todo el mundo frente a las pandemias.
Cuando los confinamientos amenazaron con cerrar empresas y eliminar puestos de trabajo, elaboramos un instrumento de apoyo temporal para atenuar los riesgos de desempleo en una emergencia (SURE). Gracias a él, en 2020, se mantuvieron abiertas 2,5 millones de empresas y conservaron su empleo 31,5 millones de europeos, lo cual evitó una crisis económica y social de enormes proporciones. Y cuando se cerraron las fronteras y las mercancías quedaron bloqueadas en las carreteras, abrimos corredores verdes para facilitar la circulación y evitar que faltaran mercancías básicas.
Mientras las vacunas llegaban a todos los europeos al mismo tiempo, trabajamos para asegurarnos de que pudieran recuperarse con rapidez las economías de todos los Estados miembros, en especial de aquellos más gravemente afectados por la pandemia. En un momento en el que nos enfrentábamos a la recesión más profunda desde la Segunda Guerra Mundial, conseguimos la recuperación más firme desde el período de prosperidad de la posguerra. Y esta recuperación fue posible porque desarrollamos un plan nuevo y audaz para recaudar dinero en el mercado e invertir conjuntamente en la recuperación y la resiliencia de Europa.
NextGenerationEU ha supuesto un impulso para la confianza de nuestra economía. Dotado con más de 800 000 millones de euros, está impulsando nuestras economías mediante una conjunción de inversión y reformas. Centenares de proyectos financiados por NextGenerationEU están dando ya resultados tangibles para los ciudadanos europeos: parques eólicos marinos, trenes eléctricos, servicios públicos digitales de alto nivel y hospitales de categoría mundial son algunos de ellos. En paralelo, los Estados miembros están utilizando NextGenerationEU estratégicamente con vistas a llevar a cabo reformas profundas, como las realizadas en el mercado laboral, las de las pensiones y los procedimientos acelerados de concesión de autorizaciones para las energías renovables. Así es como nuestra Unión dinamiza la prosperidad de Europa.
Cuando los tanques rusos cruzaron la frontera, nuestra Unión se alzó con unidad, fuerza y determinación en favor de Ucrania. Y la Comisión, una vez más, estuvo a la altura de la ocasión. Allanamos el camino para acoger a más de 4 millones de refugiados ucranianos en la UE. Organizamos una entrega sin precedentes de ayuda humanitaria, económica y militar de la UE y de los Estados miembros, por valor de casi 108 000 millones de euros hasta la fecha, incluidos 39 000 millones de euros de ayuda militar. Y estamos colaborando estrechamente con nuestros socios del G7 para asegurar que cada euro vaya allí donde más se necesita en Ucrania.
El dictador del Kremlin ha apostado por la desunión de los europeos. Juntos, hemos demostrado que se equivocaba. Permaneceremos al lado de Ucrania todo el tiempo que sea necesario. El nuevo Mecanismo para Ucrania nos permitirá aportar otros 50 000 millones de euros en los próximos cuatro años, para contribuir a la prestación de servicios básicos (mantener abiertos los colegios o pagar los sueldos y las pensiones) mientras el pueblo ucraniano siga luchando contra el invasor. Cada victoria de Ucrania contra el agresor es también una victoria para nuestra seguridad común en Europa.
Al mismo tiempo, hemos respaldado a Ucrania en cada paso del proceso, mientras trabaja duro para acometer reformas y acercarse a la UE. En reconocimiento de los grandes avances logrados por el país y en respuesta a las aspiraciones del pueblo ucraniano, nuestra Unión tomó la decisión histórica de iniciar negociaciones de adhesión con Ucrania, conforme a la recomendación de la Comisión.
También ayudamos a contrarrestar las repercusiones de la agresión de Rusia en todo el mundo. Cuando la guerra que provocó Rusia amenazó con desencadenar una crisis alimentaria mundial, presentamos el tipo de soluciones que nos caracterizan para llevar las cosechas de Ucrania a los países que más las necesitaban. Abrimos corredores de solidaridad que han ayudado a exportar 136 millones de toneladas de mercancías ucranianas, incluidos 70 millones de toneladas de productos agrícolas destinados principalmente a la exportación.
Al mismo tiempo, estamos a la vanguardia de los esfuerzos para exigir que Rusia rinda cuentas por sus acciones y pague por la destrucción que ha causado. Hemos introducido 14 paquetes de sanciones para paralizar la máquina de guerra de Moscú. Hemos inmovilizado más de 210 000 millones de euros de activos del Banco Central de Rusia en la UE. Y estamos contribuyendo a la recogida de pruebas sobre los crímenes de guerra de Rusia y su delito de agresión. Porque Europa defiende el Derecho internacional.
Ante la transformación tan radical del entorno estratégico que nos rodea, Europa debe asumir una nueva responsabilidad. Por ello, esta Comisión ha elaborado una nueva estrategia industrial europea en materia de defensa. Con ella, tenemos un enfoque estratégico que ayuda a aglutinar los esfuerzos de los Estados miembros y las empresas europeas, desde la investigación hasta la industrialización y la comercialización de nuevos sistemas, pasando por el aumento de la producción, la contratación coordinada y la seguridad del suministro. Porque la paz requiere seguridad.
Al mismo tiempo que lanzó su ataque contra Ucrania, Rusia utilizó la energía para chantajearnos, lo que desencadenó una crisis energética en Europa y el miedo a una interrupción del suministro. Una vez más, nuestra Unión actuó de manera conjunta.
Con el plan pionero REPowerEU de la Comisión, garantizamos nuestro suministro energético y redujimos nuestra dependencia de Rusia. Diversificamos nuestros suministros mediante la búsqueda de nuevos socios fiables. Redujimos nuestro consumo de gas en un 18 %, gracias a los enormes esfuerzos de los ciudadanos y las empresas europeos. Y apostamos aún más por la implantación de las energías renovables.
El año pasado, por primera vez, produjimos en la UE más electricidad a partir de la energía eólica que a partir del gas. Hemos duplicado prácticamente la cantidad de energía solar que se produce en Europa. Y las instalaciones de energía solar y eólica han aumentado anualmente en torno al 35 %.
Para hacer frente a las rápidas subidas de los precios de la energía causadas por el chantaje de Rusia, que pusieron en apuros a nuestros ciudadanos y nuestras empresas, adoptamos un enfoque que ya había dado buenos resultados durante la pandemia.
Pusimos en marcha la Plataforma de Energía de la UE para agrupar la demanda de gas y convocar licitaciones, lo que ha dado a nuestras empresas una posición negociadora más fuerte en los mercados mundiales. Y esto funciona. En 2023, los compradores europeos tuvieron acceso a 42 000 millones de metros cúbicos de gas a través de la Plataforma. Y en la última licitación conjunta de la UE, de febrero de 2024, la respuesta fue tres veces superior a la demanda, al atraer una oferta por un volumen total de 97 400 millones de metros cúbicos de proveedores internacionales.
Gracias a la combinación de medidas que adoptamos, los precios actuales son casi 10 veces más bajos que en el momento álgido de la crisis. Y se ha terminado de una vez por todas la dependencia de Europa respecto de los combustibles fósiles de Rusia.
A lo largo de todo el mandato, la Comisión ha reforzado la capacidad de Europa de prestar un apoyo fundamental a los países afectados por catástrofes, desde inundaciones hasta incendios forestales y desde terremotos hasta emergencias sanitarias.
El Mecanismo de Protección Civil de la Unión ha canalizado las ayudas a todo el continente y fuera de él. Tan solo unas horas después de los terremotos que arrasaron Albania, Croacia y Turquía, nuestros equipos estaban trabajando para rescatar a personas y retirar escombros. También acudieron con rapidez a ayudar sobre el terreno tras las devastadoras inundaciones en Bélgica, Alemania, Italia y Eslovenia.
Desde 2019, hemos proporcionado más de 3 000 millones de euros a través del Fondo de Solidaridad de la UE a los Estados miembros y los países en vías de adhesión afectados por catástrofes naturales y emergencias de salud pública.
Nuestra flota de extinción de incendios ha ayudado a sofocar incendios forestales de Grecia a Portugal y de Francia a Albania. Y también al otro lado del Atlántico: por primera vez en la historia, Canadá se dirigió a Europa para pedir ayuda cuando el país se vio afectado por los peores incendios forestales de los últimos tiempos. Y Europa respondió a la llamada: cientos de bomberos europeos lucharon contra los violentos incendios que asolaron los bosques canadienses.
Sin embargo, la frecuencia y la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, al igual que la pandemia, han demostrado que tenemos que hacer más para responder a las catástrofes. Por eso creamos rescEU: una reserva común de recursos europeos que incluye una flota de aviones y helicópteros de extinción de incendios, aviones de evacuación médica y reservas de material médico. Una verdadera red de seguridad europea para emergencias.
Frente a una catástrofe, nuestra Unión está ahora mejor equipada que nunca para ayudar a los europeos y al resto del mundo. Desde 2020, hemos coordinado 232 operaciones del puente aéreo humanitario en respuesta a 12 crisis en todo el mundo, de las que la más reciente es la gravísima situación humanitaria de Gaza.
Nada más iniciar nuestro mandato, reunimos a Europa en torno a un objetivo común: desarrollar un nuevo modelo de crecimiento, el Pacto Verde Europeo, sustentado en una economía limpia y circular. Nos fijamos objetivos para alcanzar la neutralidad climática de aquí a 2050. Porque solo se alcanzan las metas que pueden medirse. Con esta meta por brújula, impulsamos una transición limpia capaz de proteger a las personas y al planeta y que fuera económicamente sólida y socialmente justa.
Nuestra visión es diáfana: Europa debe seguir siendo un destino de máximo interés para las inversiones que generen puestos de trabajo estables, de calidad y preparados para el futuro, con una fuerte base industrial.
Hemos fijado un marco que nos permita lograr una reducción de al menos el 55 % de las emisiones de gases de efecto invernadero, en comparación con 1990, para el final de esta década. Hemos intensificado las inversiones a escala de la UE. Casi 400 000 millones de euros de los fondos de la UE procedentes de NextGenerationEU y de la política de cohesión se destinan a financiar proyectos relacionados con el clima. Hemos establecido un marco sólido para unas finanzas sostenibles y nos hemos convertido en la mayor entidad emisora de bonos verdes de todo el mundo.
Y, además, hemos demostrado que es posible desvincular el crecimiento económico de las emisiones: desde 1990, las emisiones de gases de efecto invernadero se han reducido en un 32,5 %, mientras que nuestra economía ha crecido en casi un 70 %.
Hemos potenciado, además, el desarrollo de las tecnologías innovadoras que necesitamos para reducir las emisiones. Con el Reglamento sobre la industria de cero emisiones netas, aceleraremos radicalmente los procesos de concesión de permisos para la producción de tecnologías limpias y ayudaremos a las empresas europeas a culminar con éxito la transición, sin perder por ello su ventaja competitiva.
El resto del mundo debe, no obstante, esforzarse por lograr resultados semejantes. Para hacer frente a la fuga de carbono, implantamos el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono, que contribuye a garantizar que las emisiones se reduzcan allí donde se producen y a evitar que se minen los objetivos climáticos de la UE.
Desde el principio, hicimos a los europeos la promesa de afanarnos por lograr una transición socialmente justa. Y hemos cumplido nuestra promesa. Creamos el Fondo de Transición Justa y el Fondo Social para el Clima pensando en ayudar a las personas más vulnerables y con mayores problemas de adaptación.
Nuestro Pacto Verde está cumpliendo sus objetivos: Europa avanza al ritmo adecuado para alcanzar sus metas climáticas. Además, estamos convirtiendo la necesidad de descarbonización de nuestras industrias en una oportunidad de crecimiento.
En los últimos años, Europa ha tenido más logros que nunca para los ciudadanos y las empresas en el espacio digital.
Al inicio del mandato, partimos de una visión muy clara: procurar que nuestra sociedad se beneficie de la tecnología y que la innovación potencie nuestra competitividad, a la vez que se minimizan los riesgos para los ciudadanos.
Hemos cumplido nuestra misión. A lo ancho y largo de Europa, hemos invertido miles de millones en la expansión de la fibra óptica y la red 5G. Hemos conectado regiones rurales y hemos equipado a cientos de miles de trabajadores con las capacidades que requiere el futuro digital. Hemos establecido una visión del espacio digital centrada en el ser humano y consolidado nuestro liderazgo tecnológico.
En 2019, ninguno de los ocho grandes superordenadores era europeo. Hoy en día, la UE alberga cuatro de los ordenadores más potentes del mundo en otros tantos centros situados en Finlandia, Italia, España y Alemania.
Al mismo tiempo, Europa se ha convertido en pionera mundial de los derechos digitales de los ciudadanos. En el Reglamento sobre servicios digitales, fijamos los principios básicos aplicables a todas las empresas digitales en Europa, así como un conjunto de derechos claros para los usuarios. Con el objetivo, entre otros, de luchar contra la incitación al odio y la desinformación, así como de proteger a los menores, definimos las responsabilidades especiales de las grandes plataformas de internet en relación con los contenidos que promueven y propagan. Y con el Reglamento sobre mercados digitales nos aseguramos de que las principales empresas digitales jueguen limpio y ofrezcan a las empresas de la UE garantías de transparencia y seguridad.
Idénticos criterios hemos aplicado a la inteligencia artificial. Gracias a nuestra Ley de Inteligencia Artificial, favorable a la innovación, Europa es el primer y —de momento— el único continente con una normativa específica en la materia, centrada en los usos de alto riesgo. Más que un mero código normativo, el Reglamento sobre la inteligencia artificial es un trampolín que permitirá a nuestras empresas liderar el desarrollo de una inteligencia artificial fiable.
Sabemos que la IA puede dar un impulso enorme a la productividad de nuestras empresas, motivo por el cual estamos ayudándolas a integrar la IA en sus procesos. Por ejemplo, concedemos a las empresas emergentes y a las pymes acceso a nuestros superordenadores de categoría mundial de forma que puedan desarrollar, entrenar y ensayar grandes modelos de IA.
Al mismo tiempo, hemos elaborado una metodología segura para aprovechar el potencial económico de los datos. Con el Reglamento sobre datos, incentivaremos el intercambio de datos por parte de quienes los generan y haremos más competitivos nuestros mercados en la nube, añadiendo decenas de miles de millones de euros a nuestro PIB de aquí a 2028.
La Década Digital de Europa genera resultados.
La industria europea se halla en el centro de nuestra misión de generar prosperidad para nuestros ciudadanos y es fundamental para nuestra ambición de construir una economía limpia. Con ánimo de ayudar a nuestra industria a mantener su competitividad mundial durante la transición, hemos desarrollado procesos acelerados de apoyo a los sectores clave, desde los chips hasta las tecnologías limpias, pasando por las baterías y la energía eólica. En este enfoque se combinan la inversión, las capacidades profesionales, los mecanismos reguladores inteligentes y la cooperación con nuestros socios.
Probamos ya este enfoque con el Reglamento europeo sobre chips a fin de impulsar la fabricación de chips y fomentar la expansión y la innovación en toda la cadena de valor. Y funcionó. El Reglamento europeo sobre chips ha generado ya, a lo largo de toda la cadena de valor, planes de inversión por valor de más de 100 000 millones de euros y está creando puestos de trabajo de calidad en toda Europa, desde Magdeburgo hasta Catania, desde Dublín a Dresde y desde Breslavia a Grenoble.
Estamos aplicando este mismo enfoque para asegurar que el futuro de nuestra industria de tecnologías limpias se construya en Europa. Nuestro Reglamento sobre la industria de cero emisiones netas ayudará a la UE a crear una capacidad robusta de fabricación nacional. De aquí a 2030, al menos el 40 % de nuestra demanda de tecnologías de cero emisiones netas debería quedar cubierta por la capacidad de fabricación europea. Nuestros proyectos estratégicos y nuestros «valles», que posibilitan la introducción de reformas y de normas específicas de contratación pública y subasta, pueden ayudar a la UE a convertirse en líder mundial de la transición hacia una energía limpia y a crear empleos ecológicos y de calidad dentro de nuestras fronteras.
Con igual propósito, desarrollamos el Reglamento sobre las materias primas fundamentales, cuyo objetivo era afianzar el acceso de nuestras empresas a materias esenciales que son determinantes para la competitividad y la seguridad económica de Europa. Actualmente, Europa se abastece en China de la mayor parte de las tierras raras y otras materias primas fundamentales que necesita. Las tensiones geopolíticas u otros fenómenos como la pandemia podrían provocar, en cualquier momento, graves problemas en las fases posteriores de los procesos de producción en Europa. Ese es el motivo de que hayamos concebido, para nuestras relaciones con China, el principio de «reducir los riesgos sin desvincularnos», al que se suman actualmente los Estados miembros de la UE y nuestros socios del G7. Estamos creando nuevos proyectos en Europa, pero también asociaciones estratégicas beneficiosas con países como Australia, Chile o Canadá, para garantizar el abastecimiento y la transformación de materias primas fundamentales y diversificar las cadenas de suministro de las empresas europeas.
A fin de adaptarnos a las realidades geopolíticas, desarrollamos además la primera Estrategia de Seguridad Económica de nuestra historia, con medidas concretas para aumentar nuestra resiliencia y reducir el nivel de riesgo para nuestra economía. También en este caso partimos de un enfoque pragmático: fomentar las capacidades de Europa en sectores clave, ofrecer protección frente a las dependencias y crear asociaciones para promover los intereses comunes. Gracias a ello, Europa es cada vez más fuerte y segura.
La competitividad de nuestra economía social de mercado se basa en nuestro capital humano: en las capacidades y en el bienestar de nuestros trabajadores. Ese ha sido el núcleo de nuestra acción desde el inicio del mandato actual.
Establecimos el Pacto por las Capacidades con el propósito de ofrecer a los trabajadores la formación que necesitan para satisfacer las necesidades de las empresas, y lo acompañamos de inversiones en capacidades profesionales por valor de 65 000 millones de euros con cargo al presupuesto de la UE y NextGenerationEU. Se trata de una intervención fundamental para nuestros ciudadanos y para nuestras empresas, dado de que dos terceras partes de las pymes en Europa afirman no poder encontrar el talento que necesitan.
Pero nuestra competitividad se basa también en la existencia de unas condiciones laborales que permitan a nuestra mano de obra prosperar y concentrarse en su trabajo. La Comisión Von der Leyen ha cumplido sus promesas: contamos ya con un marco de la UE para mejorar la adecuación de los salarios mínimos. Dondequiera que trabajen, los trabajadores deben ganar unos salarios que les permitan vivir dignamente.
Con las nuevas modalidades de trabajo surgen también ciertos retos, por ejemplo, en lo que se refiere al acceso a los derechos laborales y a la protección social. Esa es la razón por la que propusimos normas para mejorar las condiciones de trabajo en las plataformas digitales, conforme al compromiso que adquirimos al inicio del mandato de la Comisión actual. En 2021 estaban activas en la UE más de 500 plataformas digitales que ofrecían trabajo a más de 28 millones de personas; si bien la mayoría de ellas son autónomas, muchas son, de hecho, asalariadas.
Fijamos también normas sobre transparencia retributiva para hacer cumplir el principio básico de que un mismo trabajo merece una misma retribución, con independencia de que ejerza la actividad una mujer o un hombre. Introdujimos, además, una Garantía Infantil para que las familias necesitadas puedan costearse la educación infantil y que las madres y los padres puedan trabajar y, al mismo tiempo, atender a su familia. Europa necesita a todo su talento.
Conseguimos también alcanzar, por fin, un objetivo que perseguíamos desde hace tiempo: aumentar el número de mujeres en los consejos de administración de las empresas europeas. Con la adopción de la Directiva sobre las mujeres en los consejos de administración, que había permanecido estancada durante toda una década, nuestra Unión ha fijado ahora el objetivo de que el 40 % de los administradores no ejecutivos de las empresas cotizadas sean mujeres. Se trata de una buena noticia para las mujeres, ya que rompe el techo de cristal, pero se trata también de una buena noticia para nuestra economía, ya que las empresas que abrazan la diversidad tienen más éxito.
Durante el mandato actual, la Comisión presentó asimismo iniciativas innovadoras contra el racismo y el antisemitismo, pero también en favor de las personas LGBTIQ, las personas con discapacidad y la población gitana. Trabajamos por una Unión mejor en la que puedan prosperar europeos y europeas de todos los colores, confesiones, edades, géneros y orientaciones sexuales.
Europa es un continente cuya historia ha sido modelada por muchos pueblos. Siempre cumpliremos con nuestra obligación de proporcionar seguridad a las personas que buscan protección internacional, y estamos orgullosos de ofrecer vías de inmigración regular que también benefician a las sociedades y economías europeas.
Sin embargo, en crisis pasadas, cuando un número sin precedentes de refugiados e inmigrantes irregulares entraron en la UE, quedó claro que Europa no disponía de los instrumentos adecuados para hacer frente a esa presión migratoria.
Por lo tanto, al inicio del mandato de la Comisión, nos comprometimos a establecer un sistema común para gestionar mejor la inmigración en la UE. Con ese fin, propusimos un Nuevo Pacto sobre Migración y Asilo.
Tras una negociaciones políticas y jurídicas de gran complejidad, los Estados miembros y el Parlamento Europeo alcanzaron un acuerdo sobre este amplio conjunto de normas, que darán a Europa un nuevo impulso en asuntos en que, durante décadas, solo hemos visto bloqueos y estancamiento.
Con las nuevas normas, garantizaremos mejor el control de nuestras fronteras exteriores. Estamos haciendo que los procedimientos fronterizos, de asilo y de retorno sean más rápidos y eficaces, con plazos más rigurosos y normas más estrictas para limitar las solicitudes abusivas o posteriores, y con las garantías necesarias para las personas. Deberán dictarse inmediatamente las decisiones de retorno relativas a personas sin derecho de estancia.
Y actualmente disponemos de normas más claras sobre la responsabilidad de los Estados miembros, con medidas mejoradas para limitar los desplazamientos secundarios.
Los Estados miembros se respaldarán mutuamente utilizando un mecanismo de solidaridad flexible, pero permanente. Cada uno de ellos podrá elegir el tipo de solidaridad que desea ofrecer. Nuestra Unión está ahora mejor equipada para gestionar la inmigración.
Paralelamente a la elaboración de una legislación más eficaz, a lo largo de este mandato la Comisión ha ayudado a los Estados miembros a hacer frente a retos inmediatos (desde el aumento de las llegadas al Mediterráneo hasta la instrumentalización de la migración por parte de Bielorrusia), con apoyo operativo y con la asistencia de las agencias de la UE. Y hemos establecido asociaciones con terceros países para combatir el tráfico ilícito de migrantes y aumentar los retornos.
La asociación global que hemos firmado con Túnez, por ejemplo, aporta beneficios mutuos más allá de la migración, desde la energía y la educación hasta las capacidades y la seguridad. Dicha asociación constituye un buen modelo para la firma de otros acuerdos con los países socios, destinados a fomentar la cooperación y mejorar la gestión de la inmigración.
Al inicio de su mandato, la Comisión Von der Leyen se comprometió a dar prioridad al Estado de Derecho e imprimir un nuevo impulso a la democracia europea. Muchos acontecimientos dentro y fuera de nuestra Unión nos han demostrado que estábamos en lo cierto: no podemos dar por sentada la democracia. Tenemos que luchar por ella todos los días. Esta Comisión ha elaborado una serie de normas destinadas a defender y reforzar la democracia, contrarrestar las injerencias extranjeras, luchar contra la desinformación y proteger la libertad y el pluralismo de los medios de comunicación, así como la seguridad de los periodistas.
Y hemos adoptado medidas sin precedentes para defender el Estado de Derecho en todos los Estados miembros. Creamos en su momento un informe anual sobre el Estado de Derecho con recomendaciones adaptadas a cada Estado miembro para prevenir las violaciones del Estado de Derecho y potenciarlo aún más. Cuando no bastaron las conversaciones, utilizamos todos los instrumentos a nuestro alcance, incluidas las infracciones o el mecanismo de condicionalidad presupuestaria. Este mecanismo permite suspender los pagos con cargo al presupuesto de la UE en caso de que un Estado miembro no respete el Estado de Derecho. A petición de la Comisión, se activó esta disposición en el caso de Hungría.
También hemos abordado con firmeza las amenazas al Estado de Derecho, a fin de proteger nuestra democracia europea y nuestras sociedades libres y abiertas.
En los últimos años, la Comisión Von der Leyen ha demostrado en muchas ocasiones que son muchos los retos que podemos superar trabajando mano a mano con amigos y socios. La capacidad de la UE para establecer alianzas poderosas en todo el mundo ha contribuido a reforzar el papel de Europa en la escena internacional.
África fue el destino de la primera visita del actual Colegio de Comisarios. La labor de la Comisión Von der Leyen ha llevado las relaciones con los Estados Unidos a un nuevo nivel, lo que se ha traducido en una estrecha cooperación en apoyo de Ucrania y también en materia de energía, acción por el clima, comercio y tecnología. Ha contribuido asimismo a redefinir las relaciones con el Reino Unido posteriores al Brexit. Hemos negociado el Marco de Windsor, que ha vuelto a situar en una trayectoria positiva una de nuestras relaciones más importantes en Europa.
Y hemos impulsado una nueva generación de asociaciones con Global Gateway (Pasarela Mundial), el mayor programa de inversión mundial de Europa hasta la fecha. Global Gateway, con su aportación de 300 000 millones de euros, es nuestra oferta para proyectos de inversión e infraestructuras de calidad capaces de crear empleo y crecimiento a nivel local, siempre que se respeten unas normas medioambientales y sociales estrictas.
El objetivo de Global Gateway es impulsar asociaciones beneficiosas para todas las partes, teniendo en cuenta los intereses de nuestros socios y de la UE desde una perspectiva geopolítica.
Y ya está dando resultados. Se han seleccionado más de 200 proyectos emblemáticos, con 66 000 millones de euros de inversiones destinadas a financiar desde asociaciones estratégicas sobre materias primas con Namibia, Chile y Argentina a la colaboración en materia de hidrógeno renovable con Marruecos y Egipto, pasando por un sistema de cable submarino digital, denominado Medusa, que conectará la UE con los países del norte de África. Y seguirán otros proyectos.
Al aplicarse según un enfoque «Equipo Europa» (en el que las instituciones de la UE y los Estados miembros de la UE trabajan juntos), el programa Global Gateway no solo contribuye a las transiciones ecológica y digital en todo el mundo, sino que también aumenta la influencia de la UE en la escena mundial.
Europa está consolidando su reputación como socio fiable a largo plazo, con iniciativas beneficiosas para todas las partes.
Trabajar juntos como una Unión
Desde el inicio de su mandato, esta Comisión ha trabajado sin descanso para que Europa esté cada día más unida y sea más fuerte. En nuestro propio territorio, hemos superado juntos crisis sin precedentes.
En la escena mundial, nuestro enfoque «Equipo Europa» ha permitido a la UE mostrarse más estratégica, más asertiva y más unida.
A lo largo de todo este mandato, hemos asistido al nacimiento de una verdadera Unión geopolítica capaz de apoyar a Ucrania, oponerse a la agresión rusa, promover un orden basado en reglas e invertir en asociaciones.
Prometimos ser valientes y ambiciosos. Hemos mantenido el rumbo y hemos cumplido nuestras promesas.
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