Del curso: Liderazgo con inteligencia emocional

Percibir, evaluar, expresar emociones

La inteligencia emocional es un conjunto de habilidades y conductas que favorecen y facilitan la convivencia de la razón y la emoción. Podríamos incluso categorizar este conjunto de comportamientos en cuatro áreas fundamentales. La primera de ellas es la de percibir, evaluar y expresar emociones. Muy importante, no solo se trata de tener en cuenta mis emociones, sino también de reconocer las emociones de los demás. En primer lugar, en esta categoría podríamos incluir todo lo relacionado con la percepción. Por ejemplo, ¿cómo reconozco el miedo? Si dibujamos un eje que marca el nivel de intensidad de la emoción, podríamos ir desde el polo de la inquietud hacia el terror. Además, las respuestas ante el miedo son muy diversas y van desde insultar, discutir, reprimir, reñir, tener una conducta pasivo-agresiva, agredir, vociferar o gritar e incluso llorar. Si hacemos lo mismo con la ira, tenemos en un polo la molestia y en el otro la furia, y las respuestas también son muy variadas. Van desde la evitación al bloqueo o la parálisis, la preocupación, la rumiación, la indefensión, retirarse de la discusión, titubear, vociferar o gritar o llorar. A propósito de la tristeza, en el eje bajo de intensidad tendríamos la decepción, que puede ir hasta la angustia. Una vez más, respuestas diversas. La búsqueda de apoyo o consuelo, el lamento, la protesta, la rumiación, la indefensión, avergonzarse, la evitación, vociferar o llorar. Por último, en cuanto a la alegría, iríamos desde el placer al éxtasis. Y lo detectaríamos por la intención de conexión, la exclamación, la búsqueda de apoyo, el regodeo, el saborear, buscar la ampliación de la alegría, reír o también llorar. Un apunte. Las emociones que sentimos pueden ser universales, pero las respuestas ante las emociones son aprendidas y, por eso, tremendamente diversas. Por lo tanto, la percepción de todas estas conductas y, sobre todo, la asociación entre la conducta y la emoción, nos proporcionan la capacidad de percibir, evaluar y expresar emociones de forma más consciente. En pocas palabras, una persona emocionalmente inteligente debería distinguir emociones en expresiones faciales y corporales tanto en ella misma como en los demás. Se puede aprender a mejorar la identificación de indicadores propios y ajenos que aporten información emocional. Por último, una buena forma de desarrollar esta categoría de comportamientos es aumentar el vocabulario de las emociones para ganar en concreción. El lenguaje facilita nuestros procesos de pensamiento. A veces no es que no sepamos lo que sentimos, sino que nos es difícil identificar la palabra que se ajuste a esa emoción. Por ejemplo, puedo ir desde el miedo hasta entender que me siento ridiculizado. Podemos ir desde la emoción más general hacia la más concreta, y eso se hace a través de un buen diccionario de emociones. Así pues, mi sugerencia es que te apropies y estudies un buen modelo de emociones, como por ejemplo, la clásica rueda de las emociones del profesor Robert Plutchik para poder mejorar en esta área.

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